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jueves, 23 de octubre de 2014

Detectives de los ríos


Ecologistas en Acción busca los mejores tramos de nuestros ríos para declararlos “reservas naturales fluviales”

Inspección de un río en la cuenca del Segura. / Ecologistas en acción

Caminar tramo a tramo por la orilla de algunos ríos de España para dar con los mejores bosques de ribera, los cauces menos o nada alterados y los hábitats donde nutrias y peces autóctonos disfrutan de una buena calidad de las aguas. Este es el modus operandi de un proyecto emprendido por Ecologistas en Acción que tiene un objetivo claro: identificar esos ecosistemas casi prístinos para declararlos y protegerlos como “reservas naturales fluviales”. Ya hay un trabajo hecho, el de la Propuesta de catálogo nacional de reservas fluviales realizado por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex), que quienes trabajan a pie de río consideran insuficiente.
“No tiene sentido que la cuarta cuenca más grande, la del Guadiana, solo cuente con una propuesta de declaración, la del río Guadarranque, en Extremadura”. Raúl Urquiaga, responsable del proyecto de Ecologistas en Acción Reservas naturales fluviales, incluido dentro de la concesión de ayudas para este año de la Fundación Biodiversidad, hace este comentario tras la experiencia que da “espiar” durante este verano 25 ríos poco o nada alterados de la cuenca del Guadiana. “De cada cauce elegido, recorremos al menos entre 500 metros y un kilómetro y tomamos fotografías y recogemos datos e información sobre la vegetación, la estructura del bosque de ribera y su grado de cobertura, las especies que los habitan, tanto por avistamiento y audición como por seguimiento de rastros y, claro, si hay alguna alteración en forma de captación, vertido o infraestructura en dominio público”, precisa Urquiaga.
El trabajo realizado por Ecologistas en Acción confirma que no hay ningún tramo de ríos manchegos de la cuenca del Guadiana que merezca la consideración de reserva natural fluvial, pero sí que hay muchos más de uno a partir de los Montes de Toledo. El concepto de “reserva natural fluvial” tiene su origen en la Ley 11/2005, que modifica otra ley, la 10/2001, del Plan Hidrológico Nacional, donde se expresa que se demarcarán “con la finalidad de preservar, sin alteraciones, aquellos tramos de ríos con escasa o nula intervención humana”. A continuación vino el trabajo del Cedex y, con posterioridad, la incorporación de cada lista propuesta en los planes hidrológicos de cuenca ahora en vigor.

Más reservas con menos superficie

Algo no se ha hecho bien del todo en la demarcación de las reservas naturales fluviales, propuestas a través de los planes hidrológicos de cuenca, cuando el del Guadiana, con 67.000 kilómetros cuadrados de extensión, tiene solo una designada que abarca 13,6 kilómetros y los del Cantábrico (oriental y occidental), con 21.000 kilómetros cuadrados, tiene delimitadas 18 reservas que suman una longitud de 267 kilómetros.
En total, las nueve confederaciones hidrográficas estatales (no está incluida la de las cuencas internas de Cataluña) han demarcado a través de sus planes 131 reservas naturales fluviales, que abarcan más de 2.400 kilómetros de ríos. La mayor longitud (686 kilómetros) y número de reservas (40) corresponde a la del Tajo (686), que al estar por detrás del Duero y el Ebro en extensión refleja una mejor conservación de sus cauces.
En cuanto a nombres propios, y pensando en que casi siempre la propuesta se refiere a las cabeceras de los ríos, destacan, entre otros, los de Genil, Guadalentín, Carrión, Urbión, Lozoya, Jarama, Cuervo, Iruelas, Somiedo, Nansa, Arga, Iregua, Pisuerga, Eresma y Corneja. Llaman la atención los 13 kilómetros de este último, afluente del Tormes, que se salvaron recientemente de la explotación como agua mineral de su cabecera por parte del Grupo Pascual gracias a una importante contestación social.
La lista también es exigua en otra de las cuencas más castigadas por la intervención humana, la del Segura, cuyo plan hidrológico cuenta también con un solo tramo propuesto, el del río Segura aguas arriba del embalse de Anchuricas. En estos momentos el equipo de Raúl Urquiaga trabaja en esta zona. “Nos hemos concentrado en las dos cuencas con mayor déficit de reservas y queremos que con la labor realizada se redacte un documento con nuevas propuestas y se culmine en 2015 con un encuentro sobre la gestión de las reservas naturales fluviales en el que participen entidades e instituciones que están trabajando en la conservación y protección de los ríos”, explica.
Una de esas entidades será la Asociación para el Estudio y la Mejora de los Salmónidos-Ríos con Vida, con cuya experiencia ha contado Ecologistas en Acción antes de transitar las orillas. Su secretario general, César Rodríguez, advierte, de entrada, sobre el déficit de las actuales propuestas: “No se han hecho con criterios coherentes y amplios, simplemente se limitaron a inventariar las riberas mejor conservadas, pero sin atender a todos los valores naturales, tanto terrestres como acuáticos, y esa debería ser la línea a seguir en la redacción de los nuevos planes hidrológicos de cuencas”. Los actuales se han aprobado con sumo retraso (algunos este mismo año), ya que deberían haber estado vigentes desde 2009 y caducan en 2015, fecha de entrada en vigor de la Directiva Marco del Agua y de la obligación de mantener la buena calidad de las aguas continentales.
Para César Rodríguez, “prácticamente todas las cabeceras deberían tener la consideración de reserva natural fluvial, ya que los tramos medios y bajos están bastante deteriorados, pero hay que actuar con celeridad porque tampoco están exentas de amenazas”. En AEMS-Ríos con Vida concentran estas amenazas en tres: uso del agua unido a desviaciones de los cauces que se agrava por los efectos del cambio climático y la disminución de los caudales naturales; la contaminación local, especialmente en verano, con pequeñas poblaciones que multiplican el número de habitantes pero no cuentan con sistemas de depuración apropiados, y las minicentrales hidroeléctricas, que aprovechan los saltos de agua más pronunciados de las cabeceras.
Pedro Brufao, profesor de Derecho Administrativo y analista de políticas públicas, especialmente vinculadas a la gestión de aguas continentales, sugiere que para evitar estos riesgos y establecer una protección efectiva se cumpla otra ley, la del Patrimonio de la Administraciones Públicas. "En ella se establece la figura de las reservas demaniales o de dominio público, en las que se tendrá una plena seguridad jurídica porque el Estado garantiza la prohibición de otorgar concesiones para la explotación de los tramos fluviales”, explica Brufao. Y añade: "Existen precedentes de reservaspara fines hidroeléctricos, mineros o en el litoral, por lo que puede hacerse lo mismo con fines ambientales".
Ecologista en Acción y AEMS/Río con Vida reconocen que existe un trabajo de identificación y protección efectivo en los altos Tajo y Tormes, en la sierra de Gredos y en varios cauces de Las Villuercas (Cáceres), incluido el río Almonte, uno de los pocos ríos españoles que no tiene ningún tipo de regulación (embalse, extracción, canalización, azudes, etcétera) en todo su curso. Todos pertenecen a las cuencas del Duero y el Tajo, las dos que junto a la del Ebro, por ser las más extensas, tienen un mayor número de reservas naturales fluviales demarcadas para su protección. La del Tajo tiene 40 y la del Duero, 24. Esta última cuenta con el tramo más largo de todos los delimitados en la Península, el del río Negro y sus afluentes, que abarca 112 kilómetros. La Confederación Hidrográfica del Ebro tiene marcados 25 tramos.

Fuente: El País

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