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miércoles, 27 de enero de 2016

Iberdrola modifica el desagüe de Almendra para ampliar el caudal ecológico del Tormes

La empresa eléctrica, que tiene previsto construir una minicentral para aprovechar el agua sobrante, cumple las exigencias de la Confederación

Trabajos en la base de la presa de Almendra para construir desagües con mayor capacidad.
Trabajos en la base de la presa de Almendra para construir desagües con mayor capacidad. 

Iberdrola triplicará o quintuplicará (según las fechas) el caudal ecológico del río Tormes, para favorecer el ecosistema reinante aguas abajo de la presa de Almendra. La eléctrica está estos momentos inmersa en la instalación de los dispositivos necesarios para evacuar en unos meses la nueva avenida de agua. Es una suelta impuesta por la Confederación Hidrográfica del Duero en conformidad con los objetivos marcados en el Plan Hidrológico para la cuenca.
La elevación del caudal ecológico es celebrada por las poblaciones de Fermoselle y Villarino de los Aires (Zamora y Salamanca) porque el lecho beneficiado por la corriente no es un escenario fluvial cualquiera, es un enclave integrado en el Parque Natural de Arribes y Reserva de la Biosfera, una zona de Especial Protección para la Aves y Lugar de Interés Comunitario, y un punto que desemboca en un curso fronterizo con Portugal. Además, esta mayor aportación de agua una de las cuestiones reivindicadas desde hace años y prácticamente cada verano por los pescadores, que han visto perder a lo largo de los años las zonas de recreo y hasta la propia pesca.
La modificación de los elementos de evacuación de agua permitirá pasar de un desembalse de 500 litros por segundo actuales hasta algo más de 2.500 litros, con el consiguiente beneficio para el último trecho del Tormes.
Los trabajos consisten en instalar una nueva tubería de desagüe, enlazada a la tubería de fondo existente, y que, "en forma de uve", contará con dos salidas de agua, según explicó el tesorero de la Asociación Bajo Tormes, Francisco Ramos Caballero. Uno de estos ramales verterá directamente al río el caudal ecológico fijado. Pero es intención de la compañía eléctrica instalar una minicentral en la base de la presa para previamente turbinar la suelta de agua al Tormes, con la consiguiente generación de energía, y entonces utilizará la segunda tubería o ramal de desagüe.
La perforación de la presa de Almendra para colocar las nuevas canalizaciones y válvulas de regulación conlleva perforar el hormigón del gran cuerpo del dique. Una obra que realiza la empresa Sorigué, reputada por sus tecnologías y equipamientos hidráulicos.
La empresa eléctrica ha puesto manos a la obra y lleva meses actuando en las entrañas y en los avernos de la presa de Almendra, con una de las bóvedas más impresionantes del país por su grandeza y altura. Llama la atención el manejo de los elementos, que debe realizarse utilizando una grúa para salvar los doscientos metros existentes desde la coronación hasta la base. El vuelo del material por la cara sur del soberbio dique es una imagen que emociona y parece sumarse a las muchas aves que planean en los ámbitos de esta presa, con especial corpulencia los buitres que tienen su campamento en los asientos de los cantiles del agreste tajo orográfico.
Uno de los operarios encargados de retirar los bloques de hormigón extraídos de los intramuros resalta "las buenas condiciones que presenta el material", a pesar de llevar casi medio siglo cumpliendo su misión. Este conglomerado, explica, "es trasladado a una planta de Villarino para su demolición y tratamiento".
El gruísta realiza su cometido sin necesidad de observar directamente el destino o el averno de partida de las cosas, aunque es algo que resulta del todo imposible por la curvatura que ofrece el diseño de la extraordinaria presa. Pero el profesional sigue con precisión el curso de los movimientos a través de los adelantos técnicos disponibles y puestos a su mano y a sus sentidos.
La implantación de caudales ecológicos es una de las muchas batallas que mantienen vivas las eléctricas, en este caso desde el momento mismo en que nacieron las sugerencias de estos mantenimientos fluviales por la repercusión que supone toda extracción de agua a la producción.
En su propuesta de proyecto de revisión del Plan Hidrológico, Iberdrola ya expresó su discrepancia con la rebaja del nivel de prioridad del uso hidroeléctrico del agua al introducirse "el uso de protección civil y conservación de la naturaleza". Alude al texto de la Ley de Aguas que establece "que los caudales ecológicos no son un uso". Considera, además, que es una afección con repercusión en las concesiones que conllevan las correspondientes indemnizaciones económicas "automáticas". Incluso aluden a que las titulares de la presas eléctricas deben quedar eximidas "de la responsabilidad de los posibles daños producidos por estas evacuaciones artificiales".
El Gobierno sin embargo sigue adelante con sus directrices, marcadas en muchos casos por Europa, y en la redacción del Plan Hidrológico señala que "este régimen de caudales ecológicos se establecerá de modo que permita mantener de forma sostenible la funcionalidad y estructura de los ecosistemas acuáticos y de los ecosistemas terrestres asociados, contribuyendo a alcanzar el buen estado o potencial ecológico en ríos o aguas de transición".
Para Iberdrola "la imposición de caudales ecológicos, junto con las restricciones a las variaciones rápidas en los caudales turbinados, son las dos afecciones más perjudiciales para los usos hidroeléctricos", y advierte que puede derivar "en graves pérdidas de garantía de suministro del Sistema Eléctrico", toda vez que la energía hidroeléctrica "es la única capaz de atender de una forma rápida a las variaciones bruscas de la energía" entregada a la red.
Sobre la implantación de los nuevos regímenes de caudales ecológicos entiende que "ha de salvaguardarse los derechos preexistentes y que la tasa de cambio no afecte a la generación de hidroelectricidad". Para ello propone que se emita "informe vinculante sobre caudales y tasas de cambio por parte de la administración energética, que se cuantifiquen las afecciones de los nuevos regímenes y que se determine la forma de indemnizar las afecciones".
Las aguas que discurren por el cañón del Tormes requieren un miramiento especial porque inciden en las aguas fronterizas y también la demarcación portuguesa tiene sus propios objetivos ambientales que cumplir.
En este tramo, de más de diecisiete kilómetros de largo, los fermosellanos cuentan con diversos enclaves fluviales recreativos y turísticos que aprovechan, con especial disfrute, en la etapa veraniega. Además constituye un trecho fluvial de significativos valores ecológicos, con importante presencia de avifauna y vegetación ribereña que ha ganado estabilidad merced a la regulación de las aguas y la supresión de los episodios torrenciales que barrían antaño el escenario y, con ello, la vida. Sin embargo, es un tramo no exento de episodios críticos debido a la carestía de agua y por la enorme repercusión de especies exóticas e invasoras .
El fermosellano Ángel Marcos, que gusta de recorrer los parajes del cañón del Tormes, señala que "es tan escaso el caudal que está cubierto de árboles el río". Afirma que "es una pena que pase cualquiera y pregunte si es cierto que existe un río. Resulta una paradoja. No se ve hasta que no estás en el puente de San Lorenzo o en la Cicutina". Sobre este escenario, de larga tradición recreativa, afirma que "no es una playa de Benidorm, pero es una maravilla por la capacidad de estar a gusto y tranquilo, y no se puede disfrutar".
Añade que "el agua que hay no genera riqueza piscícola, como antaño e incluso ha desaparecido".
"Lo cierto es que Iberdrola hace lo que le sale de las narices" añade Marcos Lorenzo, que asegura que "lo correcto es que baje el agua y no queden solo los cadozos, con agua podrida o muerta".
Un pescador de Fermoselle sostiene, por su parte, que en la desaparición de la pesca tiene mucho que ver "la abundancia de arbolado y el peso de la sombra sobre el curso del río, así como la maleza y podredumbre que reina en los cadozos a consecuencia de la hojarasca y ramaje que se apodera del lugar".
Destaca como enclaves atractivos para la pesca zonas conocidas como Pesquera, Revuelta, Lago, Cicutina, Barranca, Escachapeñas, La Escalá, El Cordero y tío Matos.
La Asociación Bajo-Tormes, constituida en diciembre de 2009 y sin ánimo de lucro, y que en principio contó con una treintena de asociados fermosellanos, que han venido a menos, considera que este incremento de caudal es un logro de sus reivindicaciones. Sus iniciativas cuentan con el respaldo del Ayuntamiento de Villarino que incluso llevan a Pleno sus inquietudes. Francisco Ramos Caballero señala que actualmente cuentan con un proyecto de limpieza del tramo bajo del Tormes, desde la presa de Almendra hasta el estuario en la desembocadura al Duero, que cuenta con el visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente, pero que está pendiente de la disponibilidad de dinero. Su coste se estima "en dos millones de euros", y la pretensión es realizar una labor respetuosa con el medioambiente. No obstante, señala, "la Dirección del Parque de Arribes lo considera muy agresivo".


jueves, 14 de enero de 2016

Lavar su forro polar puede alterar la fertilidad de una ballena

Las prendas sintéticas liberan en la lavadora microfibras que acaban en el mar y componen la basura plástica más abundante del planeta

 - El País


El científico Mark Browne, de la universidad de New South Wales en Australia recoge muestras en la costa.
El científico Mark Browne, de la universidad de New South Wales en Australia recoge muestras en la costa. / Mark Browne

Miden menos de un milímetro. Se desprenden en la lavadora de forros polares y otros tejidos sintéticos y acaban en el mar, o peor aún, en el estómago de los peces. Son las llamadas microfibras, una gran masa de basura marina que durante décadas ha pasado desapercibida y que ahora los científicos empiezan a obtener evidencias de su omnipresencia e impactos. “Cerca del 85% de los materiales de origen humano que encontramos en las costas son microfibras”, asegura Nicholas Mallos, director del programa de basura marina de Ocean Conservacy, una organización de protección del mar con sede en Washington.
“Ya sabemos que es la forma de basura plástica más abundante del planeta y que puede provocar importantes daños en el medio marino”, explica Mark Anthony Browne investigador de la Universidad de University of New South Wales en Australia y responsable del trabajo más exhaustivo hasta el momento sobre el origen de las microfibras presentes en los océanos. Sus investigaciones demuestran que las montañas de polyester y de nylon del mar proceden de las aguas que vomitan las lavadoras. El uso cada vez más habitual de las prendas deportivas y de montaña, de alto contenido en fibra, ha hecho que en los últimos 50 años, el volumen de microfibra que vertimos al medio ambiente haya crecido en un 450%, según los datos que maneja Browne.
Las investigaciones del National Center for Ecological Analysis and Synthesis NCEAS de California indican que las microfibras penetran en los pulmones y el estómago de los peces e invertebrados y de ahí pasan al torrente sanguíneo afectando por ejemplo al sistema inmunológico. Un problema añadido, explican los científicos es que las fibras viajan a menudo impregnadas de productos químicos que también dañan a las especies sobre las que se asientan.
Imagen de microfibras encontradas en el medio marino.
Imagen de microfibras encontradas en el medio marino. / M. B.

Salud Deudero, ecóloga marina del Instituto Español de Oceanografía en Baleares asegura que la contaminación por microplásticos es ubicua. “Cuando analizamos la ingesta de los peces nos damos cuenta de que hay grandes proporciones de microplásticos”. Explica que estas sustancias pueden causar alteraciones en el sistema endocrino de los peces porque descontrolan las hormonas sexuales. “Esto puede alterar la fertilidad de los peces e incluso provocar cambios de sexo”. Añade Deudero que los filamentos flotan a menudo en los primeros metros de agua y tienen mayor impacto en especies como ballenas o atunes que se alimentan en la superficie.
Browne muestreó junto a su equipo 18 playas de los cinco continentes y se llevaron la arena del laboratorio a Plymouth, al sur de Inglaterra, donde utilizaron técnicas forenses para analizarla. Pensaron que se encontrarían montones de plásticos rotos procedentes de bolsas y botellas. Su sorpresa fue mayúscula cuando vieron que la arena estaba plaga de microfibras. Comprobaron además, que en las playas de costas más densamente pobladas la proporción de nanoplásticos era mucho mayor. En Reino Unido, tomaron muestras en aguas próximas a desagües y otras libres de vertidos. Encontraron un 250% más de microplásticos en los lugares en los que vierten las depuradoras. La mayoría de las fibras que aparecieron eran polyester (56%) y acrílico (23%). Mire ahora la etiqueta de alguna de sus prendas, es muy probable que aparezca una proporción similar a la que se encuentra en el mar.
Después realizaron el camino inverso que hace el agua antes de llegar a las depuradoras. Cogieron camisas, mantas y forros polares, todos con polyester y los metieron en lavadoras. En cada lavado, observaron cómo se desprendían más de 1.900 fibras, la mayor parte de ellas procedentes de forros polares. Hasta aquí las evidencias. Porque Browne reconoce que falta mucha información, que aún no comprenden qué hace que un tipo de ropa libere más microfibras que otro.
Mallo, del Ocean Conservacy cree que la investigación debería centrarse en fabricar lavadoras que reduzcan la liberación de microfibras limitando la fuerte agitación e instalando filtros más eficaces. Mejorar el filtrado en las depuradoras es otra de las vías posibles. Browne cree sin embargo que la clave está en el origen de la contaminación, que hay que descifrar qué tejidos desprenden más microfibras y dejar de fabricarlos. Y pide a las empresas textiles que se adapten a las evidencias, como ha hecho el sector de los detergentes y los cosméticos.

Preocupación en las empresas

A la industria los nuevos hallazgos le ha pillado con el pie cambiado. Las empresas que gastan ingentes sumas de dinero cultivando una imagen de amantes de la naturaleza, se encuentran ahora en el punto de mira de los ambientalistas, que les explican que sus prendas siembran de basura los océanos. En la Outdoor Industry Association, que reúne a 1.300 empresas de actividades al aire libre del mundo reconocen que existe una preocupación emergente en el sector. “Tenemos claro que tenemos que hay que hacer algo”, indica Beth Jensen, directora de responsabilidad corporativa de la organización. Pero más allá de alguna investigación puntual, las empresas no piensan de momento tomar medidas drásticas. “Es un tema nuevo. Antes de destinar recursos a aportar posibles soluciones, las empresas quieren asegurarse de que lo hacen de manera eficiente. Todavía hay muchos interrogantes”, añade Jensen. Mientras, han creado un grupo de trabajo con 250 empresas, para recopilar los datos científicos que van emergiendo. Una de las hipótesis con la que ya trabajan es que los forros polares baratos son más susceptibles de escupir basura a la lavadora que los de mejor calidad.
Browne cree que las empresas miran hacia otro lado y compara el caso de las microfibras con el del asbestos que se estudió y acabó por prohibirse. “Los Gobiernos deberían obligar a las empresas a investigar qué está pasando con los sintéticos. Durante años nos hemos preocupado por el impacto de los detergentes y de los cosméticos, pero las microfibras son mucho más abundantes”, sostiene el científico.